Al menos dos de los 18 Estados que se sumaron a la demanda del Gobierno de EE UU contra Microsoft quieren un acuerdo más severo antes de aceptar la vía extrajudicial. Los fiscales generales de Massachussets y California pueden ser los únicos opuestos al acuerdo; si mantienen el rechazo o no consiguen las modificaciones que desean, el caso Microsoft puede quedar todavía abierto.
La juez encargada del proceso, Colleen Collar-Kotelly, recibe hoy a los representantes de empresa de Bill Gates, del Gobierno y de los 18 estados que forman la acusación. Microsoft y el Gobierno ya sellaron su acuerdo y lo ofrecieron a los estados con la esperanza de ganar su apoyo y poner fin al proceso. Sin embargo, las reticencias pueden provocar una división entre los estados, que hasta ahora mantenían una postura común.
Los representantes legales de California y Massachussets consideran que el acuerdo no evitará futuros desmanes monopolistas y anticompetitivos por parte de la compañía informática. 'Microsoft podrá usar este acuerdo para aplastar a la competencia', dijo uno de los fiscales. En cambio, la mayoría de los estados más agresivos en el proceso ya han anunciado su apoyo al pacto. Dos de los más beligerantes, Nueva York y Connecticut, se encontraban anoche al borde del apoyo tras conversaciones continuas con el Gobierno y Microsoft durante el fin de semana. Unas pequeñas modificaciones en el texto final pueden ser suficientes para que se sumen al acuerdo.
Si alguno de los estados se opone hoy al pacto, pueden pasar tres cosas: que la juez extienda el plazo para redactar un nuevo acuerdo, que convenzan a la juez para que rechace completamente el acuerdo por falta de consenso, o que la juez acepte el acuerdo y permite a los estados discordantes seguir adelante con su propio proceso. En este último escenario, sería complicado para uno o dos estados en solitario lograr grandes remedios si el Gobierno federal ya ha pactado una solución con la compañía.
El compromiso impone una supervisión independiente de las actividades empresariales de Microsoft durante los próximos cinco años e impide los contratos de exclusividad. También exige a la empresa ofrecer colaboración técnica a los rivales que diseñen aplicaciones para el sistema operativo Windows.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de noviembre de 2001