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Crítica:JAZZ LATINO

Conversación en el rellano

En el concierto de clausura del ciclo Jazz Latino, el piano ocupó, casi con pudor, una esquina del escenario, pero ni aun así logró pasar inadvertido. Primero lo mimó Adrián Iaies en la que pareció la síntesis de tango y jazz más lúcida y lograda hasta el momento; después lo meció Bebo Valdés con sus manos de octogenario inquieto siempre dispuesto a la aventura. Tras escucharlos, ya no cabe duda de que el jazz, el tango, la música cubana y el flamenco viven puerta con puerta y pueden salir al rellano para conversar como buenos vecinos.

El tango es una influencia de ida y vuelta para Iaies, que hace sitio a ambos géneros, bien entrelazados para que se sientan uno, homogéneo y cabal. Su música exquisita llegó repleta de detalles tan sutiles como hermanar la composición de Wayne Shorter Footprints (Huellas) con el inmortal Caminito, o convertir Round midnight en una genuina medianoche porteña. Otras espléndidas piezas del disco más reciente de Iaies, Tango reflections (Ensayo), ahondaron en la misma línea depurada y esencial.

Nadie sabe más de la vida íntima de las notas que Bebo Valdés. Las convoca con persuasión y las pulsa con reverencia. A piano solo, regaló una deliciosa colección de miniaturas gigantescas. Intentó con éxito rotundo el stride habanero en Willow weep for me y, ya con Javier Colina al contrabajo, sorprendió cubanizando el chotis y llevando Route 66 a un punto indeterminado entre el boogie-woogie y el rock

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de noviembre de 2001