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La elevación leve de la tensión aumenta el riesgo de infarto e ictus

Cualquier elevación de la tensión arterial, por mínima que sea, debe ser tratada. Esto es lo que se desprende de una investigación de los Institutos Nacionales de la Salud de EE UU, que muestra que la presión arterial moderamente elevada (130-139 mm Hg la alta y/o 85-89 mm Hg la baja) aumenta significativamente el riesgo de padecer una insuficiencia cardiaca, un infarto o un ictus.

El estudio, publicado en el último número del New England Journal of Medicine, ha descubierto que las personas con presión sanguínea moderadamente elevada tenían entre 1,5 y 2,5 veces más riesgo de padecer un ataque cardiaco, un derrame cerebral o insuficiencia cardiaca en un plazo de 10 años que aquellos con una presión sanguínea normal. Estos efectos adversos de la presión sanguínea levemente elevada eran aplicables a hombres y mujeres de todas las edades, pero tenían especial incidencia en las personas de 65 años en adelante.

Aproximadamente el 13% de la población tiene la presión sanguínea moderadamente elevada, mientras el 23% padece hipertensión (presión sistólica de 140 mm Hg o superior, y/o una presión diastólica de 90 mm Hg o mayor).

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de noviembre de 2001