El pintor Vicente Ameztoy Olasagasti (San Sebastián,1946) falleció ayer en su casa familiar de Villabona. Su delicado estado de salud condicionó su vida artística y contra él luchó en los últimos años mientras realizaba un trabajo minucioso y soberbio, su último legado artístico, en el que invirtió siete años: el conjunto de retratos de santos y el Paraíso que decoran el frontis y las paredes de la ermita de las Bodegas Remelluri, en la Rioja Alavesa.
Ameztoy fue un pintor vocacional y precoz. Sobrino del retratista Jesús Olasagasti, vivió desde su infancia en un ambiente familiar propicio que le predestinó como pintor, sin que nunca le cupiera, ni a él ni a los suyos, la duda de cual era su vocación.
Su primer cuadro lo realizó a los cinco años y su carrera, autodidacta, estuvo estimulada y arropada por artistas como los hermanos Eduardo y Gonzalo Chillida, Antonio Saura o Lucio Muñoz, quienes apadrinaron la primera exposición, que realizó en Madrid a los 18 años.
Ganador de varios premios de pintura, Ameztoy realizó en la década de los 70 una obra tan intensa como singular, inspirada en las gentes y el paisaje de Euskadi. Tras un paréntesis en su actividad pictórica a causa de su salud, Vicente Ameztoy mantuvo su trabajo a un ritmo alejado de las galerías comerciales porque le aterraba la exigencia y la prisa y sólo relacionado con encargos muy concretos como el citado de Remelluri.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de noviembre de 2001