Aparte de su hermandad en la paz y en la guerra, los líderes de EE UU, George Bush, y el Reino Unido, Tony Blair, mostraron ayer la sintonía de su optimismo ante las cámaras, tras sopesar la marcha de la campaña militar y la estrategia de acoso y derribo al régimen talibán y a la trama terrorista.
En la Casa Blanca, ambos exorcizaron los síntomas de debilidad en la opinión pública de algunos aliados respecto al apoyo a la guerra y defendieron con vehemencia la eficacia de los ataques sobre Afganistán, recordando que la ofensiva tiene muchas facetas aparte de los diarios bombardeos. Blair habló de otras operaciones "sobre la mesa" que también están surtiendo efecto, si bien no dio detalles de las misiones "por razones obvias".
"Estamos en una posición muy fuerte para continuar hacia adelante", declaró el británico. Si no será suficiente la resistencia talibán para frenar a los aliados, dijeron,tampoco lo será una pieza que aparece entre las causas del conflicto: el polvorín de Oriente Próximo. Según Bush, "la guerra en Afganistán contra Al Qaeda se ganará, tengan o no éxito los esfuerzos por llevar la paz a Oriente Próximo".
El británico le dio la vuelta al argumento sugerido por un periodista de que no se veían resultados militares claros, mientras la operación Libertad Duradera cumplía ayer un mes: "Sólo llevamos un mes", replicó Blair. "Es una lucha que va a necesitar mucho tiempo", recordó Bush mientras solicitaba, además de entusiasmo en la pelea, paciencia. El tejano aseguró que la resistencia talibán "se está resquebrajando", como muestra " la deserción" creciente entre sus tropas.
Ambos hablaron del día después a la victoria. El objetivo es facilitar la creación de "un nuevo régimen que ofrezca un futuro digno a la población, y no la represión de un régimen financiado con el narcotráfico", indicó Blair. "Hablamos de la reconstrucción de Afganistán y de la formación de un gobierno de amplia base para la estabilidad del país", completó Bush.
Entre el fragor bélico, un motivo para el alivio: Bush aseguró que EE UU acordará con Rusia una reducción del armamento atómico, si bien no dijo cuántas de esas cabezas nucleares decapitará.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 8 de noviembre de 2001