A la sombra del palacio de Aranjuez, 55 árboles permitían un tranquilo paseo.
Hoy, las nuevas líneas paisajistas de aquellos que diseñan jardines han decidido eliminar estos árboles que, sin duda, les doblan en edad. Semejante falta de respeto se apoya en las teorías de ciertas estéticas que prefieren los focos, las luces y los bancos de piedra a la tranquila sombra de un paseo. Benditos aquellos que planificaron el entorno de palacio como una naturaleza ordenada que surge en una simetría de calles arboladas y permite mantener la sensación de un espacio lleno de arbolado.
No sé si el arquitecto Juan Bautista de Toledo, con su mal genio, se pelearía con los nuevos paisajistas, pero seguro que sabría combinar aquellos árboles de más de ochenta años con la planificación de un nuevo jardín.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de noviembre de 2001