Nuestro mundo (¿occidental?) ha evolucionado mucho en los últimos tiempos y hoy, afortunadamente, se puede hablar de una mayor igualdad entre hombres y mujeres (insuficiente todavía) que resulta humanamente gratificante. Así, cada vez llama menos la atención ver a dos mujeres como finalista y ganadora del reciente Premio Planeta.
Pues bien, con todo y con ello, en muchos territorios, el comportamiento de algunos seres ¿humanos? parece estar anclado en la Edad Media. ¿Qué es si no el terrorismo? O mejor dicho, todos los terrorismos, incluido el terrorismo laboral conocido con el nombre técnico de mobbing definido y descrito perfectamente por el profesor Iñaki Piñuel y Zabala en su libro: Mobbing, cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo.
Algunos jefes, empleadores, patronos, o superiores jerárquicos, consideran que tienen derecho al acoso moral a 'sus subordinados inferiores e incluso compañeros'. Esto se puede entender mucho mejor cuando lo vives y por supuesto te sientes muy solidario con quienes lo padecen o han padecido alguna vez a lo largo de su vida laboral. El trabajo, lejos de ser una maldición divina, es un derecho constitucional y ninguna ley o norma recoge la posibilidad de abusar del poder, denigrar, faltar a la dignidad, calumniar, difamar o ningunear a ningún ser humano, cualquiera que fuere su categoría laboral, sexo, raza o credo de cualquier índole.
Las instituciones del Estado, los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones empresariales tienen que hacer lo posible para tratar de conseguir leyes específicas que permitan sancionar comportamientos propios del medievo y, por tanto, permitir que todos seamos cada vez más iguales ante la ley.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de noviembre de 2001