La postura de los países pobres gana cada vez más adeptos en la cumbre de Qatar. Más de 85 de los 143 miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) respaldaron ayer una modificación del acuerdo sobre protección de los derechos intelectuales que permita a sus ciudadanos acceder a los medicamentos con un bajo coste. Los fármacos se han convertido en el caballo de batalla de los países menos desarrollados de África, Asia y Latinoamérica contra la postura de EE UU, Japón y Suiza, que sólo admiten que se salten las patentes en caso de crisis sanitaria. La UE trata de hallar una solución de consenso.
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A pesar de las diferencias, el sentimiento en Duhá es que ningún enfrentamiento puede detener el lanzamiento de una nueva ronda de liberalización comercial. Ningún país está dispuesto a cargar con la responsabilidad de hacer fracasar la cumbre en este momento de crisis económica y tras los atentados del 11 de septiembre.
Hoy será el día clave de las negociaciones, pero si no hay un acercamiento de posiciones, la declaración final no distará mucho del borrador presentado por la OMC a los miembros. EE UU expresó en una reunión a puerta cerrada que el texto es 'bastante equilibrado' y que hay que tener mucho cuidado en tocarlo, por lo que si se modifica, sólo será semánticamente, pero en ningún caso en cuestiones de fondo. En el tema de patentes, sin embargo, los miembros de la OMC sí tienen que arriesgar más porque el borrador contempla dos opciones y sólo puede quedar una.
Los países de la OMC fueron mostrando ayer sus cartas en la cuestión de las patentes y el resultado fue que una gran mayoría apoyó la primera de las dos posibles soluciones que contiene el borrador de la declaración final. Esa primera opción, de adoptarse, permitiría a los países miembros importar o producir fármacos a bajo coste para garantizar la salud pública y el acceso a los medicamentos de todos sus ciudadanos. Suráfrica, Brasil e India encabezan la pugna por imponer esta opción en la declaración final.
Casos de emergencia
En el otro lado, EE UU y Suiza, dos países con una gran industria farmacéutica, sólo están dispuestos a aceptar que los países fabriquen o importen medicamentos a bajo coste si se presenta una crisis sanitaria. Ayer, una decena de países, entre los que estaban Japón, Australia y Corea del Sur, respaldó esta interpretación restringida de la actual flexibilidad de las normas sobre protección de los derechos intelectuales, mientras que sólo un país industrializado, Noruega, se alineó con los Estados menos desarrollados de África, Asia y América Latina.
En el medio, se halla la Unión Europea. Sus quince miembros tienen una división interna sobre el tema que impide dar un mandato al comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy, para establecer una posición. En el seno de la UE, el Reino Unido y Alemania, con una gran industria farmacéutica a sus espaldas, apoyan la posición estadounidense mientras que Francia, Holanda, Bélgica y España se acercan mucho más a la de los países menos desarrollados, aunque destacan la necesidad de respetar los pagos por los derechos intelectuales para financiar la investigación y el desarrollo de nuevos fármacos. Lamy sólo ha dicho, antes de comenzar la cumbre, que la UE defendía la 'clarificación' de las normas sobre patentes medicinales y desde entonces la UE no ha dado ningún paso en uno u otro sentido.
Este silencio ha sido duramente criticado en los últimos dos días por muchas delegaciones de países pobres y por ONG con fuerte presencia en Duhá como Oxfam International, Médicos sin Fronteras y la Red del Tercer Mundo. Un miembro de la delegación suiza comentó ayer que una interpretación muy amplia de las normas sobre patentes abre la posibilidad de que industrias como la brasileña e india saquen un importante beneficio económico de la fabricación de los fármacos sin pagar por las patentes. Añadió que otro riesgo es que los países se salten las normas en cualquier caso y no sólo para combatir pandemias como el sida, la malaria o la tuberculosis.
Se sabe también en Duhá que quien más pelea por la interpretación menos restrictiva de las normas es el ministro de Salud brasileño, José Serra, que tiene grandes aspiraciones de convertirse en el próximo presidente de Brasil tras las elecciones generales previstas para octubre de 2002.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de noviembre de 2001