El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, prohibió ayer de forma explícita a la Alianza del Norte que tome Kabul. "No quiero que entren todavía en la capital", dijo el presidente de Estados Unidos durante una ceremonia con veteranos de guerra celebrada en Nueva York. El sábado por la noche, después de reunirse con el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, Bush indicó que los guerrilleros de la Alianza del Norte debían "mantenerse fuera de Kabul" hasta que pudiera formarse "un Gobierno amplio y representativo" en Afganistán.
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La guerra ha convertido a Musharraf, hasta hace muy poco un paria por la Casa Blanca, en un aliado y amigo de EE UU. Pakistán apadrinó a los talibanes y ha ejercido una cierta tutela sobre ellos hasta el principio de los bombardeos, un mes atrás, cuando, a instancias de Washington, se rompieron las relaciones diplomáticas entre Kabul e Islamabad.
La estrategia de la guerra fue una de las cuestiones centrales en la reunión que Bush y Musharraf mantuvieron el sábado en Nueva York. Musharraf planteó la necesidad de acotar los avances de la Alianza, con cuyos dirigentes el Gobierno paquistaní mantiene pésimas relaciones. Bush se mostró de acuerdo con Musharraf: "Animamos a nuestros amigos de la Alianza a proseguir su avance hacia el sur, pero no a tomar Kabul".
El Pentágono puede controlar sin gran dificultad el ritmo de la guerra y los avances de la Alianza hacia las grandes ciudadades, porque los guerrilleros carecen de posibilidades de romper las defensas talibanes si no cuentan con el apoyo de la aviación estadounidense. Los aviones, entre ellos bombarderos pesados de largo alcance B-52, siguieron ayer martilleando posiciones talibanes al norte de Kabul.
Musharraf indicó que la toma de la capital por los guerrilleros podría desatar "el mismo tipo de atrocidades perpetradas contra su población cuando la URSS abandonó Afganistán", hace más de una década. Musharraf exige que la etnia pastún, de la que proceden los talibanes, mantenga un papel preponderante en cualquier futuro Gobierno en Afganistán para evitar tensiones con su propia población pastún, mayoritaria en la franja oeste de Pakistán.
Tanto Bush como Musharraf temen que los comandantes de la Alianza, tradicionalmente enemistados entre sí, dividan las ciudades que conquisten y siembren el germen de nuevos enfrentamientos civiles. También temen que se produzcan baños de sangre, hasta cierto punto explicables: cuando los talibanes tomaron Mazar-i-Sharif, en 1998, asesinaron a unos ocho mil opositores de las etnias tayika y uzbeka, mayoritarias entre los guerrilleros de la Alianza.
"Que la Alianza se controle"
"Es absolutamente necesario que la Alianza controle cualquier deseo de venganza y mantenga un buen comportamiento, porque de ello depende el futuro de Afganistán", declaró ayer Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Rice indicó que los dirigentes de la Alianza habían recibido instrucciones "directas y personales" desde Washington para que moderaran a sus tropas y evitaran cualquier matanza. "Ninguna reconciliación será posible entre los pastunes y las etnias del norte si no se forman gobiernos amplios y representativos en las ciudades conquistadas", dijo.
Por su parte, el ministro de Exteriores de la Alianza, Abdulá Abdulá, respondió a la petición de Bush y pidió a la oposición que no tome Kabul hasta que se haya producido un acuerdo político entre las diferentes fuerzas que componen este variopinto grupo. "Preferiríamos conseguir un acuerdo político entre todas las facciones antes de entrar en Kabul". No obstante, añadió: "Pero si se produce un vacío de poder en la ciudad, entonces entraremos". Sin embargo, y dada la asistencia militar, política, humanitaria y logística que los antitalibanes necesitan para su futuro inmediato es muy improbable que decidan atacar Kabul sin la luz verde de Washington.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, trató de moderar las expectativas sobre una rápida ofensiva hacia el sur por parte de la Alianza. "Aún hay bolsas de resistencia en Mazar-i-Sharif y los guerrilleros de la oposición no controlan del todo el aeropuerto de la ciudad. Tampoco puede descartarse un contraataque de los talibanes", declaró.
Tanto Rumsfeld como Rice dijeron disponer de informaciones sobre Osama Bin Laden y coincidieron en que estaba "moviéndose constantemente". "Tenemos cada vez más observadores en Afganistán y recibimos un caudal creciente de información sobre Bin Laden. Le encontraremos", aseguró Rice.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de noviembre de 2001