Desafío a quien pueda citar un ejemplo, siquiera parecido, de privatización de una gran capital como la que actualmente sufre Madrid. La prueba más actual y escandalosa, pero en modo alguno única, es el cierre, por séptimo domingo consecutivo, no sólo del centro, sino, en realidad, de la mayor parte de la ciudad en beneficio de cuatro aprovechados. Las víctimas de este repetido, planificado, mercenario atropello no son sólo los centenares de miles de residentes en Madrid que nos vemos coartados en nuestros movimientos, secuestrados literalmente por unos cortes de tráfico absolutamente innecesarios, sino todos los madrileños, que debemos pagar cantidades multimillonarias para beneficio de esos abusones privilegiados; costes que pone también de manifiesto en parte la actual protesta de la policía por exceso de trabajo (pagado, eso sí, insistamos como se merece en ello, injustamente por todos nosotros).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de noviembre de 2001