Las continuas agresiones que el instituto Félix Rodríguez de la Fuente está sufriendo por culpa de una pandilla de niños nos afecta a todos. No se conoce la identidad de estos chavales, pero sí la rabia, el enfado y el malestar que muchos profesores y alumnos sentimos ante esta gran barbaridad.
Son actos ilógicos e infantiles el intentar detener el curso normal de las clases obstruyendo las puertas con puntillas y siliconas, lanzando piedras a las ventanas para partir los cristales e interrumpir las clases, donde los alumnos sólo desean estudiar y no fastidiar como pretenden los que cometen estos actos. Sólo ellos saben por qué lo hacen, pero no sé como no se les pasa por la cabeza que con esto no consiguen nada, a menos que sea por satisfacción.
Por consiguiente, creo que deberían investigar a los causantes de esto y darles un buen susto, acompañado de un castigo a su medida. Con esto creo que más de uno nos sentiremos satisfechos, tranquilos y felices al pensar que al menos ellos no lo volverán a repetir. Otra solución sería la vigilancia del instituto a deshoras.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de noviembre de 2001