Estudio de L. Kubbel. 1903.
'Todos los caminos conducen a Roma', dice un viejísimo adagio de tiempos del glorioso imperio de los césares. Aplicado sobre un tablero de ajedrez es rotundamente falso, porque si Roma es el objetivo que se persigue -la victoria o el empate-, por lo general sólo un camino lleva hasta él, y ese camino suele estar oculto tras una densa maleza. Descubrirlo y desbrozarlo es el placer del solucionista, y el estudio de Kubbel que hoy traemos a consideración ofrece un excelente campo para esa búsqueda. Las blancas tienen una calidad de ventaja en posición normal, pero a poco que se profundice algo en la situación se verá que el sendero de los laureles no es sencillo de descubrir: 1 Td4, d1=D / 2 T - d1, A - d1 / 3 g7, Ag4 / 4 g8=D, Ae6 j. / 5 D - e6, d - e6 / 6 g4, e5 y ambos peones coronan con la división de honores como resultado. Sin embargo, es posible hallar la senda oculta sutilizando profundamente el análisis. La jugada ganadora es la intermedia 1 Th4 j.!, que tiene la fuerza de un obús. Si 1... R - g2 las blancas ganan con 2 Td4, d1=D / 3 T - d1, A - d1 / 4 g7, Ag4 / 5 g8=D y el alfil ha quedado clavado; lo mismo sucede si 1... Rg3, de modo que 1... Rg1 es única. Y la situación es muy distinta con el rey en g1: 2 Td4, d1=D / 3 T - d1, A - d1 / 4 g7, Ag4 / 5 g8=D, Ae6 j. / 6 D - e6, d - e6 / 7 g4, e5 / 8 g5, e4 / 9 g6, e3 / 10 g7, e2 / 11 g8=D j. y el final de peón de dama en séptima contra la dama se pierde matemáticamente. Para llegar a Roma, a veces, al menos sobre un tablero de ajedrez, hay que buscar los caminos laterales.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de noviembre de 2001