Me dirijo a usted para contarle un hecho real que me aconteció el 11 de noviembre a las 10.25 de la mañana en el metro.
El objetivo de este relato es informar al público para evitar que vuelva a acontecer y también es para rogar a los buenos ciudadanos que lo presenciaron puedan facilitar alguna información.
Me dirigía a Avenida de América por la línea 6, y cuando llegué a la estación, salí deprisa del vagón sin darme cuenta de que me dejaba mi bolso en el asiento (llevaba una mochila y el bolso, creí coger los dos, pero no fue así). De repente, advertí mi olvido, pero acababan de cerrar las puertas y el conductor no quiso abrirme. Corrí a la taquilla y le conté a la taquillera lo sucedido.
Le pedí que se comunicara con el conductor del tren E-1, que acababa de partir de la estación con dirección a Cuatro Caminos, para que éste en la próxima estación pudiera recuperar mi bolso, ya que yo iba sentada en el primer vagón.
Qué sorpresa la mía cuando la taquillera me dice que no tiene comunicación directa con el conductor, que es imposible hacer lo que yo le pido... (¿es ésa la seguridad que hay en el metro?). Más tarde estuve hablando con un jefe de estación y me dijo que eso era mentira; es más, me dijo que eso (lo que yo le pedí a la taquillera) lo ha han hecho otras veces. Así que he puesto una reclamación en el metro.
Como se puede imaginar, no ha aparecido ni mi bolso ni mi documentación.
Lo que al principio era un 'simple' olvido se convirtió en un robo, y todo gracias a la colaboración de esa taquillera de Avenida de América, que me dijo que yo solamente podía esperar. Esperar ¿a qué?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de noviembre de 2001