Los nubarrones se habían instalado sobre la cabeza de Joaquín Peiró después de las dos últimas derrotas del Málaga. Pero ayer el técnico madrileño salvó la cabeza y anuló el tirón de orejas que la directiva le dio la pasada semana. Con la grada de Gol derruida, el frío entró más que nunca en La Rosaleda y propició un partido poco vistoso, sin muchas ocasiones y muy dado al pelotazo.
El Málaga tomó la iniciativa -más le valía- mientras que los hombres de Lotina esperaban con una línea de cinco defensas. Esta disposición frenó el juego por las bandas del Málaga. A falta de penetración por los laterales, Peiró fundamentó el ataque en Sandro y Zárate, que se movieron cómodamente entre las líneas navarras. La carencia blanquiazul fue la habitual a lo largo de esta temporada: la conexión con los puntas. Dely Valdés tuvo pocas oportunidades ante la poblada zaga rival.
MÁLAGA 2| OSASUNA 1
Málaga: Contreras; Rojas, Litos (Josemi, m. 52), Roteta, Iznata; Gerardo, Miguel Ángel, Musampa, Sandro (Leko, m. 66), Zárate (Canabal, m. 66); y Dely Valdés. Osasuna: Unzue; Lekumberri (Armentano, m. 56), Olarra, Mateo (Manolo, m. 46), Contreras, Cruchaga; Pipa Gancedo, Puñal, Fernando, Alfredo (Montenegro, m. 56); e Iván Rosado. Goles: 1-0. M. 17. Dely Valdés remata de cabeza un córner lanzado por Zárate. 2-0. M. 46. Musampa saca un córner desde la zona izquierda y Zárate cabecea de forma impecable y la pone en la escuadra. 2-1. M. 93. Jugada por la izquierda de Fernando, que cede para que, a placer, la empuje Iván Rosado. Árbitro: Pérez Pérez. Amonestó a Roteta, Miguel Ángel, Sandro, Canabal, Pipa Gancedo y Mateo. 12.000 espectadores en La Rosaleda.
A falta de llegadas trenzadas, los goles del Málaga tuvieron que producirse en sendos córneres rematados de cabeza. Primero fue Dely Valdés. Y al filo del descanso, Zárate, poco dado a esta situación, definió a la perfección.
En la reanudación, los aficionados se la prometían muy felices. Pero Lotina quitó un defensa y libró a Iván Rosado de su soledad en la primera mitad. Armentano le echó una mano arriba. El remiendo sólo le dio más territorio y posesión a Osasuna, que tuvo algunas oportunidades pero no llevó el pánico a los jugadores de Peiró.
Los nervios sí llegaron con un gol de Rosado en la prolongación. A pesar del poco margen de reacción para Osasuna, la psicósis llegó a la grada. Y eso que el equipo de Lotina sólo tenía un minuto para empatar. Más de uno no quiso pensar qué habría pasado si el gol en contra hubiera llegado antes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de noviembre de 2001