Reconduciendo una carrera que les ha llevado valientemente por parajes garage mientras se abrigaban bajo el paraguas Undershakers, las hermanas Mar y Alicia Álvarez se reafirman en otra propuesta de mérito, como ésta que toma su nombre de uno de esos filmes de Eric Rohmer en los que sus protagonistas sufren delicados avatares sentimentales. Un poco así son las canciones de Pauline en la Playa: delicadas, personales, poéticas, intimistas, cómplices y decididamente tránsfugas de la extraversión, a favor de otros mundos más poéticos y pequeños. En su presentación en directo, las Álvarez se apoyaron en una numerosa formación musical en la que sorprendía la pulsión de los vientos y unos ritmos que toman la dirección del jazz o la bossa, aunque, ¡ay!, quedándose un tanto a medio camino entre estos estilos y cierto saborcillo indie o de rock amateur. No obstante Mar y Alicia salen bien paradas de esta encrucijada merced a unas canciones que poseen atractivos de sobra: El gato de Cheshire, la fantástica Rueda corazón o la versión de la Copla de un inconoclasta enamorado, de Vainica Doble. Ahora sólo necesitan aposentar un tanto su sonido y buscar un par de detalles sorprendentes.
Pauline en la Playa
Sala El Sol. 1.300 pts.. Madrid, sábado 17 de noviembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de noviembre de 2001