Cualquier extranjero que quiera aprender a volar en una academia de aviación de Estados Unidos tendrá que solicitarlo directamente al secretario de Justicia, John Ashcroft, y sólo si él lo aprueba podrá estudiar. La normativa entró en vigor ayer como parte de la nueva ley de seguridad aérea, que también impone controles, por primera vez, a los 8.000 jetsprivados que sobrevuelan a diario los cielos de Estados Unidos.
MÁS INFORMACIÓN
Más de 4.000 extranjeros se matriculan anualmente en escuelas de aviación estadounidenses. Entre los que lo hicieron el año pasado estaban cinco de los pilotos que se suicidaron al secuestrar y después estrellar aviones contra las Torres Gemelas y el Pentágono el pasado 11 de septiembre. La sospecha de que otros terroristas puedan estar en vías de intentarlo ha motivado los cambios sobre el acceso a la aviación de los extranjeros en EE UU.
A partir de ahora los aspirantes a piloto tendrán que esperar mes y medio a que les acepten o denieguen su matrícula. Durante ese tiempo el equipo de Ashcroft, encabezado por agentes del FBI, revisará el historial de cada individuo para determinar si "representa un riesgo para la aviación y la seguridad nacional". La nueva ley exige que Ashcroft investigue el historial de los extranjeros que traten de comprar o alquilar un avión de más de 7.000 kilos.
Hasta ahora cualquiera podía hacerlo con una simple tarjeta de crédito y además podía abordar el avión con armas sin que nadie lo inspeccionara. En los vuelos comerciales, la seguridad se va a reforzar con policías camuflados y de paisano entre los pasajeros de los aviones, y reemplazando a los 28.000 inspectores de equipaje por funcionarios federales.
El presidente George Bush ha anunciado las medidas en la semana en la que se celebra el Día de Acción de Gracias, que es una de las fiestas principales de Estados Unidos y abre la temporada alta de viajes dentro del país.
Tribunales militares
Por otra parte, el Bush aprovechó el anuncio de estas medidas de seguridad para reiterar que los tribunales militares para el juicio de terroristas, que han provocado una gran controvesia pública son "absolutamente el mejor método" para juzgar a los sospechosos.
"Estamos luchando contra la mayor maldad humana y necesito esta opción extraordinaria para usarla en caso de que encontremos vivo a alguno de los miembros de la organización Al Qaeda", añadió el presidente norteamericano.
Los juicios marciales ordenados por Bush la semana pasada se celebrarán a puertas cerradas por jurados militares y que podrán imponer condenas a muerte con sólo dos tercios de los votos emitidos.
Por si fuera poco, funcionarán sin normas procesales fijas, a diferencia de los tribunales militares normales, que se guían por las reglas del Código de Justicia Militar. Además, los acusados en estos procesos tendrán derecho a la asistencia de un abogado, pero en ningún caso podrán apelar las sentencias a las que sean condenados.
La medida presidencial, que solo afecta a ciudadanos no estadounidenses, ha generado tal oposición en la clase política y la opinión pública, que el Congreso norteamericano ha decidido realizar audiencias antes del periodo navideño para debatir la constitucionalidad del proyecto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de noviembre de 2001