El día 12 de este mes falleció mi madre en la clínica Santa Elena, de Madrid, en la que permaneció hospitalizada durante más de una semana; me ha sorprendido gratamente el trato humano del personal de la clínica, pese a lo duro e ingrato de su trabajo; en todo momento tenían una sonrisa y una buena cara para el paciente y para sus familiares.
Esto ha logrado que mis penas sean menos y que mi fe en la bondad del ser humano se afiance. A todos ellos, muchas gracias, en especial al personal de enfermería y auxiliar de la planta segunda.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de noviembre de 2001