El ministerio fiscal de la Audiencia Provincial de Lleida solicitó ayer una pena de 30 años de prisión efectiva -el tiempo máximo permitido por el Código Penal- para Albert Calderó Pibrall, acusado de secuestrar, torturar y asesinar a un jubilado para robarle dinero.
El cadáver de la víctima, de 63 años, fue encontrado dos semanas más tarde, enterrado bajo una capa de cal viva, gracias a la confesión de María Pilar Vargas, una prostituta que presenció el crimen y para la que el fiscal pide tres años y medio de cárcel como cómplice.
Durante la vista celebrada ayer, Calderó negó su participación en el crimen e incluso afirmó que no conocía a la víctima. Su cómplice, en cambio, como ya había hecho tras la detención, volvió a atribuir al acusado la muerte del jubilado.
La mujer explicó con todo lujo de detalles cómo se ejecutó el plan y añadió que ella ayudó a Calderó bajo amenazas de muerte. 'Me dijo que si no lo hacía me mataría y que después haría lo mismo con mi hermana', señaló, 'y me lo creí porque es una persona muy violenta. Una vez me confesó que había matado a más gente y que no le importaba volverlo a hacer porque para él era como un vicio. Cuando estaba enterrando a Solbes no paraba de amenazarme e incluso me arrojó a la fosa y empezó a echarme tierra encima'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de noviembre de 2001