En estos días en que la prensa rinde homenaje a los periodistas fallecidos en Afganistán, permítanme reivindicar como humilde tributo de reconocimiento la figura del intérprete cuyo nombre se desconoce, que facilitaba la labor de éstos y que también nos dejó tan anónimamente como ejerció.
Como puente cultural, el fallecimiento de este comunicador no puede más que apenarnos, pero sirvan estas líneas para alentar a mis colegas traductores e intérpretes que trabajan en duras condiciones en zonas de conflicto y que no gozan del reconocimiento y fama de otras profesionales intelectuales.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de noviembre de 2001