En un prólogo explicativo, directo y mordaz, el autor justifica la publicación de este libro por ser una muestra de sus desahogos literarios que quedaron inéditos por ser excesivamente desvergonzados incluso para lo que se estilaba en los años finales de la dictadura. Son relatos escritos en el estilo bronco del autor en los que predomina la caricatura y la deformación grotesca, con curiosas notas a pie de página, calificadas de eruditas por el mismo autor, que cumplen una función higiénica. Casi todos tienen un mismo tema con variantes, la dañosa educación y triste cultura de la época franquista.
Es un libro curioso e interesante con buenos fragmentos que llegan a producir la carcajada, pasajes críticos y observaciones agudas sobre la vida política y las dificultades de la vida corriente de la época, pero lastrado por una propensión a la monotonía y por la tendenciosidad excesiva en la caracterización de algunos personajes y en algunas observaciones del propio autor.
LA MEMORIA DE LOS PECES
Ramón Buenaventura Muchnik. Barcelona, 2001 172 páginas. 2.400 pesetas
En el relato inicial que se completa en una nota al final, el único que ha sido escrito recientemente, una especie de prolongación de su libro más conocido, El año que viene en Tánger, novela iconoclasta donde las haya, hace literatura de su propia vida y de los acontecimientos políticos y sociales y propone un marco en el que situar el resto de las historias del libro. Como un buen complemento, figura a continuación una desternillante parodia de la vida del autor, Don Anselmo Cordojo y Algafacán, crítica demoledora de la educación de la época, que un narrador profundamente reaccionario potencia literariamente hasta el delirio.
Después podemos leer una breve parábola inspirada en La metamorfosis, de Kafka, otra caricatura de la educación a través del relato de la tétrica venganza de una mujer virgen y mártir y una historia alegórica sobre la vida sexual en una sociedad en la que impera una inquebrantable lucha de sexos. Pero, en mi opinión, los dos mejores cuentos del libro son Mañanicas soleadas y el que da título al conjunto. El primero se ennoblece por la utilización muy hábil de la retórica autoritaria propia del franquismo y por los ecos que incluye del diálogo medieval entre el Amor y un viejo en una conversación de dos personajes, el capitoste político y la jovencita, muy bien perfilados. El segundo es una jocosa carta que un marido burlado envía a su mujer en el que contrasta la gravedad del sentir del narrador con la forma del discurso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de noviembre de 2001