'¡Venganza, venganza!', gritaron ayer millares de jóvenes por las calles de Jan Yunes, en Gaza, mientras transportaban a hombros hasta el cementerio, envueltos en banderas palestinas, los despojos de los cinco niños muertos el jueves en la explosión, supuestamente fortuita, de una bomba del Ejército israelí. Las fuerzas de Yasir Arafat no consiguieron controlar la cólera popular. Todas las milicias radicales palestinas, desde Hamás a la Yihad Islámica, se concentraron con armas y banderas ante la mezquita principal de Jan Yunes para participar en la ceremonia fúnebre en memoria de los cinco niños. 'Su muerte nos debe servir de ejemplo para continuar la guerra santa hasta la victoria y la liberación de la tierra de nuestros ancestros', rugió de ira el imam desde el interior del templo y a través de los altavoces, para acabar asegurando: 'Bin Laden, desde Afganistán, se ha convertido en un nuevo Saladino de la causa musulmana'.
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Luego, como si estas palabras fueran un pistoletazo de salida, la marea humana se puso a caminar tras los cuerpos de los cinco niños. La caravana, que hasta entonces había discurrido bajo el control de las fuerzas de seguridad palestinas, se desbordó, para acabar estrellándose ante las fortificaciones de las fuerzas israelíes, a las puertas del asentamiento judío de Gus Kahatif. Los enfrentamientos, entre pedradas y tiroteos, acabaron con la vida de un adolescente palestino. Una mujer palestina murió más tarde al ser ametrallado su taxi por los soldados israelíes. En otros incidentes murieron dos miembros de Al Fatah en una explosión en Nablús, donde tambiénmurieron dos personas por el impacto de un misil lanzado desde un helicóptero israelí.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de noviembre de 2001