En el paseo de San Francisco de Sales ha comenzado la construcción de un nuevo aparcamiento de 'residentes', pero contra los 'residentes'. Poco importa que haya ya otros dos pegados a él de reciente construcción y que los vecinos nos manifestemos diariamente en contra de esta nueva obra. Tampoco han importado los árboles, plátanos de más de cincuenta años, que se han talado ya y que adornaban y alegraban este paseo de entrada y salida de Madrid. En el mejor de los casos serán sustituidos por otros que crecerán raquíticos en su lecho de hormigón.
Este parking, con su correspondiente concesión, ha entrado en ese 'ajedrez económico' de obras y concesiones que se ejecutan en Madrid, mientras que la ¿oposición?, ecologistas y el propio equipo del Ayuntamiento miran para otro lado o participan en el juego.
Mi pregunta es: ¿no se podría haber evitado esta tala de árboles y, en último caso, hacer un aparcamiento público que beneficie de verdad a la zona? Es cierto que no hay donde aparcar y que los coches están siempre en segunda fila, entorpeciendo el tráfico y originando atascos en las horas punta, dada la cantidad de bares, restaurantes e incluso un hotel de cinco estrellas con que contamos.
Escribo estas líneas desde la impotencia y tristeza que estas situaciones generan. Pero, desgraciadamente, se hace realidad lo dicho por el ilustre madrileño Francisco de Quevedo: 'Poderoso caballero es don dinero', y ante él, todo vale. Para algunos, claro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de noviembre de 2001