Tras más de diez horas de intenso debate, Los Verdes alemanes "aceptaron" anoche la participación de hasta 3.900 soldados alemanes en los operativos antiterroristas y el mantenimiento de la coalición gubernamental con el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). En el congreso nacional de los ecologistas que se clausura hoy en Rostock, cerca de dos tercios de los delegados votaron a favor de una moción presentada por la Ejecutiva.
Aunque en el texto aprobado anoche se postula "una solidaridad crítica" con Estados Unidos y se rechaza la utilización de bombas de fragmentación y armas de destrucción masiva, se aprueba el quizá más importante operativo militar alemán desde la Segunda Guerra Mundial.
En la moción de la Ejecutiva -que en un intrincado procedi-miento se impuso sobre varias propuestas alternativas, casi todas contrarias a la guerra- se buscó integrar lo mejor posible las múltiples corrientes que atraviesan Los Verdes, un partido que no sólo aglutina a maximalistas del pacifismo y la ecología, sino también a un heterogéneo grupo de partidarios de una política más pragmática, entre ellos también muchos profesionales jóvenes.
Las diferencias entre unos y otros se evidenciaron en las opiniones encontradas que suscitó el discurso del ministro verde de Exteriores, Joschka Fischer, calificado de "demagógico" por unos, y "brillante", por otros. Fischer, en efecto, volvió a demostrar su gran talento retórico en una intervención altamente emocional, en la que, hacia el final, incluso aparecieron lágrimas en los ojos del orador.
El ministro ecologista volvió a enumerar los argumentos ya expuestos el pasado 16 de noviembre, cuando las filas rojiverdes, por estrecho margen, expresaron su confianza en el Gobierno del canciller, Gerhard Schröder, y, en la misma votación, aprobaron que cientos de soldados alemanes participen en la lucha contra el terrorismo (en su inmensa mayoría, sin combatir, y sin pisar territorio afgano).
Lo aprobado es en síntesis: los ataques terroristas del 11 de septiembre implican retos desconocidos hasta ahora; la guerra, lamentablemente, puede llegar a ser el último recurso para enfrentar a los violentos; y la coalición rojiverde está renovando profundamente el país, por lo que es necesario permanecer en el Gobierno.
Antes del congreso -posterior al de los socialdemócratas en Núremberg y previo a la conferencia sobre el futuro de Afganistán, convocada por las Naciones Unidas en la ex capital alemana, Bonn-, tanto Schröder como varios líderes ecologistas habían alertado de que un pronunciamiento en contra de los operativos militares equivaldría a la ruptura de la alianza gubernamental y la convocatoria de nuevas elecciones.
"Necesitamos claridad. En un partido de democracia de base, las bases también tienen que asumir su responsabilidad", retó Fischer a los delegados, antes de advertirles de que ésta, muy probablemente, no sea la última vez que Alemania se enfrente a decir si utilizar medios militares en su política exterior. Buena parte del discurso de Fischer, de hecho, parecía la continuación de su intervención en 1999, cuando Los Verdes en un turbulento congreso dieron su visto bueno a la participación alemana en la guerra del Kosovo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de noviembre de 2001