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COLUMNA

Madrugón

Es estupendo que el Gobierno central destine 40 millones de euros al AVE Córdoba-Málaga, pero hubiera sido más justo que ese dinero se hubiese empleado en mejorar los tramos de la vía andaluza por los que hoy ni siquiera puede circular el Talgo. Lo suyo hubiera sido que la alta velocidad se hubiese implantado una vez que las vías y los trenes de toda Andalucía hubiesen alcanzado el mismo nivel de calidad. La política de transportes seguida por el PP en las dos últimas legislaturas no se diferencia de la que practicó en Andalucía oriental el PSOE durante los quince años que estuvo en el poder: no es solidaria ni está pensada para el beneficio de todos. No es que me indigne que otras provincias andaluzas tengan el transporte del siglo XXI cuando los almerienses todavía no nos hemos montado en el del siglo XX. Lo indignante es que vamos a peor.

Estos días se ha formado en Almería un gran alboroto porque Iberia ha amenazado con suspender todos sus enlaces con la ciudad si la ruta sigue perdiendo dinero. Rodríguez Comendador, presidente de la Diputación, se ha entrevistado inútilmente con los consejeros de la compañía. No sé qué esperaba este buen señor. La política de privatizaciones a ultranza que predica y practica su partido conduce indefectiblemente a situaciones como la presente, al desmantelamiento de los servicios públicos esenciales cuando éstos dejan de ser rentables o no producen los beneficios esperados. Igual es él y no la Compañía Iberia quien debería justificarse y explicar a la ciudadanía por qué en este caso particular las privatizaciones milagrosas no traen aparejado el bienestar.

La amenaza, de consumarse, agravaría una situación que ya de por sí es bastante penosa. Aunque todavía no está terminada (y lleva ya diez años de retraso), esa estafa de la Junta de Andalucía llamada Autovía A-92 es lo único que ha mejorado últimamente. Por su parte, Renfe, una empresa pública que parece privada, ofrece hoy unos servicios peores que los de hace un año, digan lo que digan los populares Hernando y Matarí, a los que alguna vez he visto en los aeropuertos pero nunca en las estaciones. Por la vía que nos une a Madrid, la más vieja de España y la peor conservada, circulaba no hace mucho un antiquísimo Talgo vespertino, que tardaba ocho horas en llegar a la capital; y un expreso, todavía más antiguo, que entraba en Atocha a primera hora de la mañana. Pues bien, Renfe acaba de cancelar el tren nocturno pese a las protestas de los usuarios. Es cierto que nos han puesto un Talgo moderno, pero como va tirado por una locomotora antediluviana (la única que puede circular por semejante vía), seguimos llegando a Madrid cuando todo está cerrado. Cualquier gestión exige hacer noche allí y esperar otro día para el regreso. La solución sugerida por Hernando es muy sencilla, y consiste en adelantar el horario de salida del tren a las cinco de la mañana. Aquí todos han criticado esta idea de bombero, pero yo la voy a defender. Lo único positivo que tiene el quedarse sin aviones y sin expreso es el madrugón que en tal caso tendría que darse nuestro insigne diputado para coger el tren que tanto elogia su señoría y su colega Matarí.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de noviembre de 2001