Hace tiempo que proliferan en Barcelona unos establecimientos, especialmente cafeterías, que tienen en común el hecho de no tener puertas sobre la calle. En invierno ponen la calefacción al máximo y durante el verano el aire acondicionado debe funcionar a la misma potencia.Resulta evidente que el gasto energético se dispara inútilmente, en detrimento del medio ambiente. Considero que un ayuntamiento integrado por partidos que dicen apostar por el ecologismo y con competencias para hacerlo debería elaborar una normativa para evitar que sea legal montar un negocio sin puertas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de noviembre de 2001