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COLUMNA

Alcaldías

Una de las espinitas que más hondas tiene clavado en su corazón el PSOE es la caída del voto en Málaga, ciudad y provincia. Desde hace dos legislaturas, la izquierda en Málaga está a rebufo de la derecha. Los socialistas malagueños, con tiempo, pretenden recuperar terreno poniendo en marcha iniciativas que motiven a los ciudadanos, sobre todo a ese 20 % de indecisos que, una y otra vez, aparecen en los sondeos. Si los socialistas tienen centrados sus objetivos en recuperar el voto en Málaga capital, el PP ha puesto sus cinco sentidos en controlar toda la franja de la Costa del Sol. Una vez alcanzado por la puerta falsa la alcaldía de Estepona, se centrarán en Vélez-Málaga y en Mijas, dos municipios tradicionalmente socialistas. De Benalmádena, se olvidan. Su actual alcalde, el independiente Enrique Bolín, lo seguirá siendo siempre que quiera.

Lo que sí ha sorprendido es que los socialistas malagueños anuncien a bombo y platillo un sondeo sobre el perfil del candidato que deba optar a la alcaldía malagueña. Es cierto que en la encuesta se incluyen otras cuestiones sobre la ciudad, pero es un riesgo poner nombres y apellidos en un sondeo, cuando el candidato final será elegido en primarias por las agrupaciones locales, salvo intervención de instancias superiores, que pudiera suceder. De los seis nombres que serán valorados en la macroencuesta, tan sólo dos están "disponibles", el actual portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga, Francisco Oliva y la gerente del Patronato de Turismo, Ana Gómez, responsable además de la plataforma "Espacio 2003" que entre sus objetivos está el diseñar el modelo de sociedad que los socialistas e independientes de izquierdas desean para Málaga.

No creo que Paulino Plata, Magdalena Álvarez, José Asenjo y Luciano Alonso tengan ahora como objetivo la alcaldía de Málaga e incluso alguno de ellos ya ha dicho abiertamente que no le interesa esta batalla, como ya hiciera otro "eterno" candidato, José María Martín Delgado que, por activa y por pasiva, viene afirmando que su labor está centrada en la Universidad Internacional de Andalucía. ¿Qué puede suceder si el sondeo nos da un nombre como mejor valorado y no tiene interés en ser candidato? ¿Por qué no se limita la encuesta a quienes sí lo desean?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001