El pantano del Quiebrajano se construyó en la década de los años setenta del siglo pasado para abastecimiento de la capital y municipios circundantes. Los pescadores son unos de los grandes aficionados a pasear por las inmediaciones del pantano, situado en el término municipal de Valdepeñas de Jaén, aunque las aguas inundan también parte de las tierras del cercano Campillo de Arenas. Está situado a escasos 22 kilómetros de la capital y es una zona aún sin señalizar, en la que los recorridos de las rutas se hacen por intuición o con la guía de alguien de la zona que conozca los parajes más recónditos, lo que supone una ventaja para unos y un inconveniente para otros. Los aficionados a los planos topográficos tienen ante sí un interesante ejercicio.
Son los vecinos de la capital los que más se acercan hasta las inmediaciones del Quiebrajano, de 32 hectómetros cúbicos de capacidad, para realizar senderismo, una de las actividades recomendadas en esta zona. Pero hay muchas más, entre ellas el cicloturismo o el barranquismo. Todo sin olvidar la pesca de barbos, bogas, cachuelos, calandinos, peces rojos y las llamadas trucha arco-iris de más de un kilo de peso. Hasta de dos kilos cuentan los pescadores que se han podido encontrar en las aguas del río.
El acceso hasta el pantano es sencillo. Para ir en bicicleta el recorrido apenas sobrepasa los 50 kilómetros, aunque tiene tramos de dificultad. Desde la ciudad se sigue la dirección a la Cañada de las Hazadillas por una carretera bien señalizada. La llegada al busto de Carlos III señala el inicio de la sierra y comienzan las vistas de montañas precisamente con la pared que lleva por nombre Salto del Fraile.
El inicio de la sierra mantiene una vegetación no excesivamente abundante y muy castigada por la sucesión de incendios durante varios años, pero continuar la ruta por la carretera, que cada vez se convierte en más estrecha, permite divisar unos paisajes que a muchos jienenses les recuerda el parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas, por la verde vegetación y los picos que se levantan sobre las cabezas.
Un lugar estratégico de observación es la cruz de la Chimba, situada a más de 1.000 metros de altitud. Una parada en el camino realizado en coche o en bici permite divisar el valle del río Quiebrajano. Se trata de un paisaje dominado por árboles autóctonos en su mayoría que sólo tienen una cicatriz en mitad del monte, precisamente la de la carretera que da acceso a éste paraje.
La carretera JV2222 que lleva hasta el embalse tiene numerosas rutas y enclaves de los que disfrutar. Otro de ellos es el de los cañones de Otiñar, a los que se accede tras llegar por esta vía hasta el Puente de la Sierra, una zona residencial ampliamente explotada por los vecinos de la capital. Hasta los cañones se puede llegar en coche o andando, opción que da lugar a acercarse hasta el salto de la Bríncola. Se trata del río Quiebrajano encajado entre enormes paredes de piedra casi verticales que contienen el paso de las aguas.
Las paredes rocosas que sólo dejan crecer pequeñas plantas entre sus rendijas, ofrecen no sólo una espectacular vista de un salto de agua, sino que también permiten que el oído escuche el sonido del líquido descendiendo. Esta zona ha sido declarada monumento natural por parte de la Junta de Andalucía y en ella también está permitida la pesca, como a lo largo del río que da nombre al pantano del Quiebrajano.
Muy cerca, también en dirección a Otiñar, se encuentra la piscifactoría de Los Cañones, en el río Frío. Este enclave da acceso a nuevas visiones del agua entre las montañas, con cascadas junto a pequeños lagos naturales que se crean en el entorno de los lugares más llanos formando reducidas piscinas.
Un balcón privilegiado
- Dónde. La salida se realiza desde la capital a través de la carretera JV-2222. La dirección a seguir es la del Puente de la Sierra, zona residencial que se encuentra bien señalizada. Desde ahí se toman diferentes rutas, una de ellas la que lleva en dirección a Otiñar para ver el río. El fin del camino se encuentra en el pantano del Quiebrajano.
- Cuándo. El otoño es uno de los mejores momentos para pasear por la zona, sobre todo si se producen lluvias que dan ímpetu a los saltos de agua y permiten que se disfrute de los sonidos del río. Un momento en el que es muy visitada la zona es también el verano, sobre todo cuando desciende mucho el nivel del pantano.
- Alrededores. Desde el Puente de la Sierra sale una desviación por carretera a mano derecha que lleva hasta las Peñas de Castro. Desde este enclave, situado junto a la ciudad, se pueden observar unas vistas poco conocidas de Jaén capital y de la inmensidad de olivos que la rodea. La visión se completa con las grandes rocas que dan el nombre de Peñas de Castro a éste lugar. También el Puente de la Sierra es un lugar adecuado para comer en restaurantes como El Mirador, con una terraza en los meses de calor con vistas a la montaña o El Portazgo. Una alternativa más es El Berenguer, todos ellos con platos típicos de sierra.
- Y qué más. La página de Diputación www.promojaen.es es uno de los portales que ofrece información sobre las inmediaciones de la capital. No obstante, es una zona poco turística, por lo que cuenta con escasos datos sobre rutas y recorridos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001