Una cambió la química por el papel reciclado. Otra, en el tránsito de mudar de país, se alejó de las soldaduras de placas electrónicas para informática para juntar vidrios coloristas y alegres. La tercera, cuando logró arrebatar tiempo a la crianza de cuatro niños, descubrió que ocultaba un toque diestro para pintar telas. Se han juntado en una cooperativa, TRAmART, cuyas siglas no responden fielmente a nada pero que originalmente arrancaron como trama de mujeres artesanas.
Pilar Rodríguez, Ana María Palomo y Gloria Calero abrieron ayer en Sevilla una tienda mediante la que comercializar sus productos artesanales, casi un año después de que se conocieran durante un curso organizado por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM). Hasta entonces sus trayectorias habían sido bien dispares.
La especialista en papel reciclado, Pilar Rodríguez, de 31 años, acabó la licenciatura de Químicas hace unos tres años, cuando ya tenía claro que le motivaba más la artesanía que los laboratorios. Desde entonces comenzó a elaborar cuadernos, álbumes y productos elaborados con papel reciclado.
Ana María Palomo, de 45 años, dos hijas, se presenta a sí misma entre risas como "una emigrante retornada". En 1992, la fecha del espejismo, decidió abandonar Alemania, adonde habían emigrado sus padres sevillanos cuando ella tenía unos 12 años, para instalarse en Sevilla. "Siempre tuve claro que volvería, aunque no sabía cuándo, pero elegí un mal momento con la crisis posterior a la Expo", relata.
Palomo no encontró ningún hueco en el mercado laboral andaluz, a pesar de que se había especializado como asistenta técnica en la fabricación de productos informáticos. Allí aprendió los secretos de la soldadura que ahora aplica al vidrio. "No había hecho nada de artesanía, pero conocí a una mujer que hacía vidrieras, me ofrecí para soldarlas y vi que se podían hacer muchas más cosas", recuerda. Desde hace siete años fabrica lámparas y móviles para colgar de vidrios alegres y chillones y sólo ahora comienza a observar de lejos las "recaídas" que tuvo que sortear después de regresar a su tierra natal: "Me ha costado trabajo adaptarme aquí, Alemania es un país muy serio donde lo que se dice se hace."
Para Gloria Calero, de 37 años, se abre una nueva oportunidad laboral con la cooperativa tras un largo y duro paréntesis en los que se dedicó a sacar adelante sus cuatro hijos. "Encontrar trabajo con cargas familiares es casi imposible porque no tienes flexibilidad de horarios", expone. Calero descubrió su mano para pintar telas hace un año después de socorrer a una amiga. Como cada artesana seguirá fabricando productos en su propio taller, la cooperativa le permitirá a Gloria Calero "compatibilizar" los tiempos profesionales y domésticos, que difícilmente permiten las empresas tradicionales.
Las empresarias rozan el 13%
Poco a poco crecen, pero siguen siendo ejemplos escasos. Entre la población femenina ocupada en Andalucía apenas figura un 3% de empresarias que cuentan con empleados a su cargo, al que se puede sumar otro 10% de autónomas y empresarias sin personal asalariado.
En cualquier caso, sólo un 13% de las andaluzas que trabajan gestionan sus propias empresas o negocios, según datos recogidos en un informe del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM). La cifra aún dista bastante del 21% de hombres ocupados que dirigen su propia empresa, con asalariados o no, o su negocio como autónomos. Otro signo que revela la situación de mayor debilidad económica femenina se refleja en la estadística sobre los perceptores de ayudas familiares. El 5,9% de las mujeres ocupadas están en situación de ayuda familiar frente al 1,9% de hombres.
La evolución del desempleo demuestra que la desigualdad entre ambos géneros es aún notable. La tasa de paro de las mujeres, alrededor del 32,61% en 2000, casi duplica la de los hombres (17,32%). También la precariedad del mercado laboral afecta en mayor medida a las trabajadoras, que en 2000 firmaron más contratos a tiempo parcial (21%) que los hombres (10%). Los datos que figuran en el Anuario Andaluz de las Mujeres 2001, elaborado por el Instituto de Estadística de Andalucía, muestran que el índice de feminización (cociente que indica el número de mujeres por cada 100 hombres) en la modalidad de contratos parciales es de 140 mujeres por cada centenar de hombres. La tendencia se invierte en la contratación indefinida: por cada 100 trabajadores que formalizaron un contrato así en 2000 lo hicieron menos de 60 mujeres. No obstante, la estabilidad laboral escasea en ambos géneros. En ningún caso los contratos indefinidos superaron el 2% el año pasado para ningún sexo.
En el informe del IAM se citan como los principales problemas de las andaluzas en el mercado laboral la excesiva concentración del empleo en el sector servicios, la segregación ocupacional de las mujeres en determinadas ramas como la educación, la sanidad, el comercio o la industria manufacturera y la precariedad laboral.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001