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CARTAS AL DIRECTOR

Demasiado redondo: cafés a 208 pesetas

Gran Vía de Madrid. Cafetería de una conocida cadena de establecimientos.

Pido un café con leche. Al ir a pagar, me sorprende el extraño precio de la consumición -no por caro, que también lo es-, sino por la ridícula cifra: 208 pesetas.

Lo que por un momento no parece más que un último homenaje a la peseta (con ese precio harán falta muchas en la caja registradora), acaba finalmente por desvelar de lo que se trata realmente: un abuso.

La factura, detallada en euros, no deja lugar a dudas: 1,25 euros. Un precio demasiado redondo, sospechosamente redondo. Si el café hubiera mantenido su precio, más que razonable, de 200 pesetas, al cambio serían 1,20 euros, una cifra definitivamente ni tan redonda ni tan beneficiosa (para el vendedor, claro).

Después de sacar mi conversor de euros, empiezo a calcular y a temblar; si el redondeo de un café nos cuesta 8 pesetas más, los sucesivos redondeos de barras de pan, cañas, yogures, cubatas o entradas del cine supondrán un aumento mensual de ¡una pasta!

Ah, por cierto, la campaña de spots en televisión sobre el euro es muy graciosa.

¡Qué majos los muñequitos diciendo que el cambio a euros no supondrá un aumento de precios!; ¡qué graciosos, qué ingeniosos... qué ilusos!

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001