El crecimiento de las economías de los países que integran la moneda única quedó estancado durante el tercer trimestre, con un débil incremento del 0,1% del producto interior bruto (PIB), según datos publicados ayer por Eurostat. En el conjunto de la Unión Europea, el ritmo de crecimiento alcanzó apenas el 0,2% del PIB. Estos datos confirman que la situación económica del Viejo Continente es relativamente mejor que la de EE UU, que registró una caída en el crecimiento del 0,1%. El consumo privado es el principal factor que sostiene el crecimiento.
De momento, la economía europea parece estar capeando el temporal de la recesión. El crecimiento fue de apenas el 0,1% del PIB durante los meses de julio, agosto y septiembre. El dato es idéntico al registrado durante el segundo trimestre en la zona euro. El consumo privado, como en ocasiones anteriores, es el que está sosteniendo el crecimiento económico en un entorno mundial recesivo que está golpeando con fuerza a la inversión y al sector exterior. El gasto de los hogares se desaceleró respecto al segundo trimestre y creció un 0,2%, tres décimas menos, pero constituye el único punto sobre el que pivota el cada vez más débil incremento de la actividad en la región. Este mismo dato creció en EE UU un 0,3% en el tercer trimestre.
En la UE, el crecimiento es una décima superior, tanto comparado con el conjunto de las economías del euro como respecto al segundo trimestre. Si se toma como referencia el crecimiento registrado durante el mismo periodo de 2000, la desaceleración que está sufriendo la economía es evidente. Entonces se creció un 1,3% y un 1,4% respectivamente. Es además el peor dato registrado desde 1996 si se toma como referencia la variación anual del crecimiento, lo que puede despertar de nuevo las especulaciones sobre una nueva rebaja de los tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) para ayudar a reactivar la economía.
Mientras los expertos del BCE toman un decisión, los datos sobre las inversiones no son optimistas. En el tercer trimestre cayeron un 0,3%, y un 0,8% en el segundo, mientras que en Estados Unidos no se produjo avance alguno. Las exportaciones registraron una caída más pronunciada durante el tercer trimestre, del 0,6% y del 1,1%, respectivamente, y mayor incluso en las importaciones, del 1,9% y el 2,1%, respectivamente.
El sector comercial no fue el único que sufrió las consecuencias del parón en la generación de riqueza. El tercer trimestre del año fue malo, sobre todo para la industria, con una caída de la actividad del 0,6%, tanto en la zona euro como en toda la UE.
La atención está centrada ahora en ver cómo soportará la economía europea el chaparrón durante el cuarto trimestre. La Comisión Europea no descarta que pueda llegar a producirse incluso una caída en el crecimiento durante ese periodo de hasta el 0,2%, debido a los efectos de los atentados en Estados Unidos y por la incertidumbre creada con la guerra en Afganistán. Bruselas, sin embargo, evita hablar en todo momento de recesión, porque esa situación no se prolongará durante dos trimestres seguidos.
Pérdida de confianza
Lo que más preocupa es el efecto del 11-S en el consumo doméstico y en la pérdida de la confianza por parte de los inversores, porque la ralentización económica mundial será aún más grave y prolongada de lo previsto inicialmente. Una bajada de tipos adicional ayudaría a crear condiciones más favorables para el consumo, según los expertos. La Comisión Europea recortó las previsiones de crecimiento para este año hasta el 1,6% (y hasta el 1,3% para 2002). La recuperación de la actividad económica no llegará hasta el segundo trimestre y será palpable ya en 2003.
Por otro lado, los pedidos de bienes duraderos aumentaron un 12,8% en octubre, el mayor incremento en nueve años, según el Departamento de Comercio. En septiembre, los encargos de bienes fabricados para que duren más de tres años disminuyeron un 9,2%, en tanto que la mayoría de los analistas esperaba en octubre un aumento del 2%. Estos pedidos, que en octubre alcanzaron un valor de 184.800 millones de dólares, reflejan la disposición de empresas y consumidores a gastar en equipos y bienes, y son un indicador de la mayor confianza en el futuro económico. Si se excluyen los equipos de transporte, que son los más caros, los pedidos de bienes duraderos subieron un 3,4% en octubre, después de la caída del 6,4% en septiembre.
Mientra tanto, en Italia el índice de precios al consumo (IPC) aumentó un 0,2% en noviembre respecto al mes anterior, lo que rebajó la tasa interanual al 2,4%, una décima menos que en octubre, según las cifras difundidas por el Instituto Nacional Italiano de Estadísticas (Istat). Las mayores subidas mensuales se produjeron en el sector de vivienda, agua, electricidad y combustibles, con un 0,6%.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001