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El director del Cesid viajó este mes a Washington para pedir el apoyo técnico de la CIA y la NSA

El director del Cesid, Jorge Dezcallar, viajó a Estados Unidos a principios de noviembre para impulsar la cooperación con las principales agencias norteamericanas de espionaje y reiterar una reivindicación histórica del servicio secreto español: el acceso a tecnologías de última generación en sectores como las comunicaciones y los programas de cifrado y descifrado.

Dezcallar acudió a las sedes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en Langley (Virginia), y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), en Meade (Maryland). Además de visitar las instalaciones, se reunió con sus máximos responsables: George J. Tenet, de la CIA, y el teniente general de la Fuerza Aérea Michael V. Hayden, de la NSA.

"Todos los mecanismos de cooperación en operaciones de inteligencia están puestos en marcha", afirmó el miércoles José María Aznar, tras reunirse con el presidente George W. Bush en la Casa Blanca. Aunque no quiso ser más explícito, fuentes gubernamentales admiten que la cooperación antiterrorista de los servicios norteamericanos de espionaje -en particular, en lo referido a la lucha contra ETA, que es lo que más interesa a España- se ha incrementado después del 11 de septiembre.

Según reveló el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, el Cesid fue uno de los primeros servicios secretos del mundo que se puso a disposición de sus homólogos estadounidenses tras los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.

Programas de cifrado

Sin despreciar la importancia de que se produzca un incremento en el volumen y rapidez del flujo de información sobre terrorismo, el mayor interés del Cesid se centra en el acceso a tecnologías sensibles, como prueba el hecho de que Dezcallar viajara a EE UU acompañado por uno de los principales expertos del centro en esta materia.

La NSA no sólo controla una tupida red de satélites de observación y comunicaciones a nivel planetario, sino que cuenta con uno de los centros más avanzados en el diseño de programas de encriptación y de ruptura de los códigos de mensajes, siguiendo una tradición que se remonta a la Segunda Guerra Mundial.

La transferencia de estos programas a otros países, incluso aliados, está sujeta a férreas restricciones y EE UU sólo los facilita con cuenta gotas, una vez que quedan obsoletos por los nuevos avances. En los últimos años, ETA ha recurrido cada vez con mayor frecuencia al correo electrónico en sus comunicaciones internas y al encriptado de sus archivos informáticos.

La posibilidad de que la NSA ponga la red Echelon, que intercepta y procesa millones de comunicaciones en todo el mundo mediante un sistema de diccionario o rastreo de palabras clave, al servicio de la lucha contra ETA se considera mucho más problemática por parte de los expertos.

No obstante, la nueva sensibilización de Washington ante el problema del terrorismo podría propiciar un incremento de las operaciones conjuntas, en las que EE UU facilitara apoyo técnico sin buscar necesariamente la contrapartida a corto plazo, como ha ocurrido en el pasado.

El acceso a tecnologías sensibles en materia de espionaje ha sido una las reivindicaciones que el Gobierno español ha puesto sobre la mesa en las negociaciones para la revisión del convenio bilateral de Defensa con EE UU de 1988, que Aznar quiere culminar antes de que acabe el año.

La visita de Dezcallar a EE UU no fue el primer contacto con los servicios secretos norteamericanos. El 15 de octubre viajó a Washington el vicepresidente y ministro del Interior, Mariano Rajoy. Además de reunirse con el número dos de Bush, Dick Cheney, Rajoy se entrevistó con el director del FBI, Robert Muller. Los contactos entre responsables operativos de los servicios han sido casi constantes.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001