Dianne Pretty, enferma terminal, ha perdido otra batalla en su objetivo por morir con la asistencia de su marido, Brian. Agotó ayer la última vía legal ante la justicia británica con la reafirmación por parte de los lores jueces, equivalente al Tribunal Supremo, de que el suicidio asistido es ilegal. Ahora Dianne confía en obtener del Tribunal Europeo de Derechos Humanos inmunidad oficial para poner fin a la neuropatía incurable que sufre a sus 42 años.
"Siento como si no tuviera ningún derecho", protestó ayer Dianne al escuchar el fallo unánime de cinco lores jueces. Nadie atendió a sus palabras. Su enfermedad está muy avanzada y ha dañado sus facultades físicas. Hace tiempo que no puede hablar, caminar o masticar. Está practicamente inválida, en una silla de ruedas. Pero su mente sigue lúcida. Expresa sentimientos y emite instrucciones con ligeros roces en un teclado informático. "Seguiré luchando", transmite a través de su marido Brian.
Los lores jueces desestimaron por unanimidad el excepcional caso e interpretaron que la legislación en derechos humanos protege la vida, no la muerte. Dianne se ampara en el mismo texto legal en su objetivo por morir con dignidad, en el momento y método por ella escogidos. La neuropatía le impide suicidarse. Por ello pide inmunidad para que su marido le ayude a poner punto final a su agonía.
"Nadie con sensibilidad normal dejará de conmoverse ante el suplicio que sufrirá la señora Pretty. Se enfrenta a una muerte humillante y angustiosa", dijo el juez haciéndose eco de los informes médicos que pronostican un final insufrible para este tipo de enfermedades. "Ante la ley", continuó, "la eutanasia es asesinato".
El Gobierno de Blair no contempla reformar la legislación, que acepta la legalidad del suicidio siempre que no sea asistido. Recurrir ante el Tribunal de Estrasburgo se presenta como única alternativa. Pero la familia de Dianne teme que no haya tiempo. "Su salud se ha deteriorado considerablemente, pero, si tiene fuerzas, irá a Estrasburgo", señala Brian. "Seguirá luchando hasta que conserve el aliento", dice Deborah Annetts, directora de la Sociedad Eutanasia Voluntaria, que apoya la causa. La Asociación Médica Británica y los grupos antiabortistas respaldan el fallo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001