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Crítica:

Renta básica y utopía

En Economía de la miseria, Claude Guillon analiza por qué la renta básica no es la solución para los trabajadores. El autor francés juzga insuficiente esta propuesta, así como su contenido e implicaciones políticas.

El debate sobre la 'renta básica', esa propuesta de asignar a cada ciudadano un salario por el mero hecho de existir, mantiene su brillo en la constelación de ideas-fuerza de la izquierda menos servil desde finales de los años ochenta. De vez en cuando, un partido político asume la RB en sus programas, mutilando en los casos de menor honradez sus contenidos hasta dejarla convertida en otra 'ley para pobres' más. La derecha no quiere oír nada de atenuar la presión del chantaje que impone la precariedad a los asalariados: ya calmará la policía a los que vengan con el cuchillo entre los dientes. Y la izquierda estajanovista considera la reivindicación 'de lunáticos' provenientes de clases acomodadas y con ganas de consumir más.

ECONOMÍA DE LA MISERIA

Claude Guillon Traducción de Rafael Carreras Alikornio. Barcelona, 2001 154 páginas. 1.700 pesetas

Claude Guillon, militante histórico del archipiélago libertario francés, autor de numerosos libros 'fuera de toda norma' (su Suicide, mode d'emploi fue secuestrado por las autoridades francesas), tampoco cree que esta propuesta aporte mucho a la reinvención del proyecto utópico, pero por razones más elevadas y con un conocimiento de causa mayor que el de los que se refieren a la RB como a un 'salario para vagos'. Este libro, escrito con ese tono desaliñado tan propio del texto de combate de un francotirador autodidacta, comienza haciendo un breve recorrido por la concepción del trabajo existente en el viejo movimiento libertario (Fourier, Proudhon, Pouget, Bakunin, etcétera) y en algunas corrientes artísticas radicales con las que se cruzó (sobre todo el surrealismo). De esa mezcla explosiva surgen las ideas utópicas que Guillon querría ver actualizadas sobre la base de los mejores principios libertarios: indistinción entre medios y fines, libertad completa de cada individuo sobre sí mismo, libertad absoluta de expresión en cualquier circunstancia, ayuda mutua, etcétera.

Reclamándose heredero de ese proyecto utópico, Guillon juzga radicalmente insuficiente la propuesta de RB, su contenido e implicaciones políticas. Cuando critica las concepciones de la RB más cercanas a la beneficencia, Guillon se mueve con facilidad: sus argumentos son justos en muchos casos. La asistencia tiene poco que ver con la autonomía. Pero esa soltura se congela cuando se topa con argumentos más sólidos y complejos. Me refiero al caso de los que hacen de la RB una reivindicación política a la altura de las mutaciones económicas que han acabado con las fronteras claras entre el mundo de la producción y el de la reproducción (Moulier Boutang, Lazzarato, Gorz, etcétera). Guillon se limita a citar los textos y a repetir su reproche: 'Piensan lo deseable dentro de lo posible actual'. La falsa disyuntiva entre 'reformismo' y 'revolución' permanece así intacta. Justo el dilema que querían superar las formulaciones más lúcidas de la RB, que especulaban para ello sobre modalidades viables de constitución de contrapoderes donde se pueda ensanchar lo posible haciéndolo carne.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de diciembre de 2001

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