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El cantautor Rogelio Botanz funde Canarias y Euskadi en su debú

Aunque lleva la mitad de su vida en Tenerife y es conocido como fundador del Taller Canario de la Canción, en el que también militaba Pedro Guerra, Rogelio Botanz nació en Legazpia. Por eso no debe extrañar que su estreno en solitario, Tiempo (Gaztelupeko Hotsak), incluya un tema en euskera (el Nire poesia de Gabriel Aresti) y referencias a amistades bilbaínas, ni que esté presidido por la idea de tender nuevos puentes entre Canarias y Euskadi.

Ese afán se traduce en la fusión de ritmos tradicionales de ambas regiones. En su disco encuentran cabida el pop, el sirinoque, ecos folclóricos, canciones de cuna, programaciones y el sonido de pitos herreños, tambores herreños y gomeros, chácaras, timple, cuatro venezolano y trikitixa. Un despliegue instrumental en el que le acompañan Joseba Tapia, Leturia, Olga Román, Abrahan Kodjo, Gerardo Alfonso y Diego Massimini, entre otros. 'Es un disco diverso. El único nexo de conexión entre todas las canciones soy yo, que las hice todas. Tenía el temor de que eso fuera malo para su venta, de que asustara al oyente, pero aún recuerdo aquellos discos de los Beatles en los que oír cada canción era descubrir todo un mundo'. Así recalca el propio Botanz la variedad de su trabajo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de diciembre de 2001