Personas durmiendo en la calle, pasando frío y malviviendo en condiciones intolerables, ancianos sin apenas recursos, falta de asilos, colas de pobres en las iglesias... Cáritas ha levantado la voz de alarma. Me pregunto por qué estos problemas sociales tan cercanos deben resolverse a base de voluntariado y de limosna. ¿No debería ser la Administración municipal o la Fiscalía la que se ocupara de la tutoría de las personas que, por razón de deficiencia física, psíquica, por problemas diversos, han caído en el infortunio y se ven en la miseria o en la calle directamente y que no son capaces de regir su persona por alguna de las indicadas deficiencias?
El voluntariado debe ser siempre una propina, nunca una solución. El presupuesto que tan alegremente se nos va en obras de urbanismo inacabables, en grandes plazas de cemento, en diseño, en imagen y en tantísimas otras cosas ¿no nos llega para cubrir estas necesidades básicas? Quiero que mis impuestos sirvan para eliminar esta pobreza que cada día es más evidente.
Las personas deberían ser siempre lo primero. Más que actitudes políticamente correctas, necesitamos actuaciones socialmente correctas, señores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de diciembre de 2001