Respecto al artículo de Jacques le Goff titulado Suerte y desgracia de las mundializaciones (EL PAÍS, 24-11-01), donde resalta el progreso que significó el descubrimiento de América por parte de los españoles que, según su lectura, puso fin a la crueldad de las culturas aztecas, mayas e incas, considero que tal apreciación puede ser contestada desde dos puntos de vista.
En primer lugar, el historiador Le Goff cae en una paradoja al aceptar dicha colonización, basada en la estrategia del saqueo, crueldad y exterminio de los indígenas (con millones de muertes indiscriminadas) como una aportación, justamente, en términos de 'fin de la crueldad'.
En segundo lugar, vale la pena recordar que la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (tres siglos después de la colonización), fruto de la revolución francesa, resultaba altamente incómoda para la monarquía española, quien veía sus declaraciones como fuente de inspiración de grupos independentistas que exigían precisamente derechos para los ciudadanos de los territorios colonizados. Así, Antonio Nariño, considerado 'el precursor' de la independencia de lo que será la Nueva Granada, al realizar la primera traducción de los derechos humanos al castellano desafía el régimen impuesto, por lo que dicha traducción le costó ser descuartizado por parte de los españoles a principios del siglo XIX.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de diciembre de 2001