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CARTAS AL DIRECTOR

Mujeres maltratadas

Cuando a una mujer se le plantea el dilema de denunciar a su pareja es porque en el horizonte se ha agotado la esperaza. Ya no se puede más. La humillación, la impotencia, han dejado paso al deseo de justicia y las mujeres maltratadas acuden a la ley exhaustas buscando una solución.

¿Puede creerse que la solución no existe? o, para ser más razonable, ¿puede creer que la ley es absolutamente torpe a la hora de protegerlas? Pues haga el esfuerzo.

Una mujer no puede denunciar sin que a los pocos días el agresor reciba en su domicilio citación del juez. Sí, ha oído bien: ¡en el mismo domicilio donde vive la mujer agredida! Imagínelo por un momento: el agresor, normalmente un hombre incapaz de reprimir su ira y su violencia, con una denuncia en la mano cuya autoría corresponde a su víctima habitual. El mismo que tantas veces juró y perjuró que mataría si se atrevía a presentarse en la policía, denunciado públicamente. Es tremendo. Y aún transcurrirán tres meses aproximadamente hasta que el juez (si lo considera oportuno) dicte la medida de alejamiento al agresor de su víctima. ¡Tres largos meses!, en los que nadie, absolutamente nadie, las protegerán ante la nueva agresión.

Por este motivo tantas mujeres no denuncian atemorizadas, y por el mismo otras tantas reciben brutales palizas en el intento. Pero sólo algunas mueren, sólo.

No hay derecho a la torpeza con que la ley actúa en estos casos. Mucho ánimo a las asociaciones que trabajan y luchan por estas mujeres y mis mejores deseos para ellas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de diciembre de 2001