Lanzarse sobre una bicicleta en pleno monte tiene sus miserias. Al margen del sofocón físico, los especialistas del ciclocross viven pendientes de lo estrictamente mecánico, una necesidad para esquivar obstáculos y dar botes por las praderas. En esto se encontraba el ciclista holandés de la imagen -uno de los participantes en la segunda manga de la Copa del Mundo de ciclocross que ayer se disputó en la localidad vizcaína de Igorre- cuando la rueda delantera de su máquina decidió seguir por libre. Tuvo que alcanzar la zona de boxes a la carrera con media bicicleta al hombro y el resto en la mano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de diciembre de 2001