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OPINIÓN DEL LECTOR

Champú traicionero

Como beneficiaria de la Seguridad Social tengo un dermatólogo (es un decir, claro) que exijo, desde ya, que me cambien. Motivo: este señor me prescribe un champú de uso diario que, según él, 'sólo se vende en centros específicos de estética y en la calle de Santa Engracia, 128, que está a la vuelta de la esquina'. Siguiendo sus instrucciones, me apuro en acudir a dicha dirección en la que, a cambio de 2.700 pesetas, me dan el champú prescrito.

La citada dirección, un centro dermatológico, era su consulta privada. Hasta ahí, vale. Pero viene la segunda parte: al llegar a casa, cuál sería mi sorpresa que al levantar una pegatina del envase y semiborrado con tipex, aparece el texto 'De venta en farmacias'. Ante tal tomadura de pelo volví al centro dermatológico a reivindicar mi derecho a adquirir el producto en la oficina de farmacia que yo considerara conveniente (y, por supuesto, más barata). La única respuesta que obtuve fueron insultos y la patadita a la calle por parte de una tal señorita Concha (¿su secretaria?).

Ésta es mi experiencia reciente, la cual confío que pueda ver la luz en las páginas de su periódico, al menos para no quedarme con la frustrada sensación de no poder hacer nada ante el engaño y el enriquecimiento que en beneficio propio y a costa de la enfermedad hacen algunos médicos de la Seguridad Social.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de diciembre de 2001