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Editorial:

Mujeres afganas y derecho al voto

El Gobierno provisional de Afganistán contará con la presencia de un número indeterminado de mujeres, al igual que la Loya Jirga (especie de asamblea en la que están representadas todas las etnias y grupos tribales del país), según ha asegurado un portavoz de Naciones Unidas. En las negociaciones que deberían concluir hoy en Bonn para cerrar este Gobierno interino se ha acordado que una mujer ocupará una de las cinco vicepresidencias del Ejecutivo provisional. La comunidad internacional parece no haber olvidado su compromiso con la mitad de la población que más ha sufrido en ese difícil país, durante el régimen de los talibanes y con anterioridad, en dos décadas de guerra.

Pero la experiencia demuestra que, frente a situaciones de discriminación tan arraigadas, no bastan las declaraciones de principios. Los diferentes grupos afganos se han esforzado por hacer continuas declaraciones de respeto a los derechos de las mujeres, pero la historia reciente de abusos y desmanes no ofrece garantías. Además, a miles de kilómetros, en territorio afgano, esas declaraciones no se están traduciendo suficientemente en hechos. Se prohíben manifestaciones de mujeres y se ponen trabas a su organización.

Nadie pretende imponer en Afganistán cuotas de género que no existen en países occidentales más desarrollados. Pero es seguro que la presencia de un pequeño grupo de mujeres en la nueva Administración afgana no va a ser suficiente para garantizar el reconocimiento inmediato de sus derechos civiles y muy especialmente del derecho de voto. Necesitarán el respaldo continuado de la comunidad internacional. Es ésta la que debe exigir el respeto de los derechos de todos los afganos, sin caer en la extraña idea, defendida por algunos grupos tanto islámicos como occidentales, de que en el caso de las mujeres se pueden reconocer por etapas, adoptándolos a las diferentes culturas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de diciembre de 2001