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Crítica:CRÍTICA | TEATRO

La familia y uno más

Cuando el cine de Hollywood anda corto de ideas, lo que ocurre últimamente bastante a menudo, echa mano de comedias francesas de éxito probado para someterlas a su versión propia. Ahora parece que el teatro español aporta a esa moda la variante de adaptar películas, antiguas o recientes, que han dado cierto juego en las pantallas comerciales.

Más allá de modas, lo cierto es que el guión de Fernando León para su conocida película no dejaba de tener una gracia más bien inquietante, apuntando junto con el tema de la soledad un asunto de mayor enjundia, a saber, la invención de una familia por parte de una persona solitaria para celebrar su cumpleaños, un tanto en la línea de esos replicantes de Ridley Scott que al verse perseguidos se inventaban un pasado con todo lujo de detalles a fin de probar su humanidad. El paralelismo termina aquí, como es lógico, ya que el guión de Fernando León, respetado en su adaptación por un Carles Sans que refuerza lo que tiene de comedia, está bastante más pegado a las insuficiencias de la vida de a diario.

Familia

De Fernando León de Aranoa, en adaptación de Carles Sans. Intérpretes, José Luis Pellicena, Ana Gracia, Cristina Arranz, Silvia Casanova, Guillermo Muñoz, Susana Hernández, Ricard Borrás, Miriam Montilla. Iluminación, Roger Puiggener. Estilista, Julia Martínez. Escenografía, Joan Jorba. Dirección, Carles Sans. Teatro Olympia. Valencia.

Lo que en la película era un recital de corrección estilística donde tanto el punto de vista como la dirección de la mirada eran asunto fundamental en su brillantez, se pierde de manera irremediable en su puesta en escena teatral, perdiendo también en profundidad lo que gana en accesibilidad. Claro está que no se trata de comparar ambos productos, pero siendo esta obra la adaptación de un guión previo, resulta inevitable considerar los resultados obtenidos por la película y por la función de teatro, y aquí prima la efectividad directa y el propósito de provocar la risa. José Luis Pellicena, muy probablemente el actor español de su generación que mejor sabe mirar desde un escenario, anda sobrado para un papel que desempeña como si estuviera en su casa, y el resto del reparto le acompaña sin grandes disonancias.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de diciembre de 2001