La Fundación Juan March ha organizado durante este mes de diciembre dos ciclos musicales de gran originalidad. Los sábados por la mañana celebran a Verdi desde el violín, el cuarteto de cuerda, el piano o las canciones menos conocidas de su catálogo; los miércoles por la tarde están dedicados a una amplia muestra de las canciones con piano de Schumann de 1840, el año de su amor desbordado por Clara Wieck (poco más tarde Clara Schumann), que desembocó en una producción de lieder impresionante.
Lo más notable artísticamente fue la actuación de Elena Gragera. La mezzo no es una cantante de medios poderosos, pero posee una innata musicalidad que a veces llega a convertirse en magnética. Un aficionado de Sevilla la definía como 'una voz antigua, de esas que aparecen cuando pones la radio en un momento que ésta se recrea en sus archivos históricos'. Lo de antiguo puede ser un elogio o una crítica. En este caso es lo primero. Gragera posee ese encanto indefinible de la seducción intimista. Con sus limitaciones, con un trémolo que ella utiliza como un recurso expresivo más. La expresión contenida de la mezzo se complementa con el canto alegre, limpio, del tenor todoterreno (también en sentido elogioso) F. Garrigosa. El piano adopta una falta de protagonismo deliberado para que las voces lleven la iniciativa. Y así, el recital fluye sin sobresaltos, como si uno estuviera en el salón de su casa en una reunión con los amigos.
Ciclo Schumann (I)
Canciones de 1840: Mirten, Liederkreis, opus 25; Cuatro duetos, opus 34. Con Elena Gragera (mezzosoprano), Francesc Garrigosa (tenor) y Antón Cardó (piano). Fundación Juan March. Madrid, 5 de diciembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de diciembre de 2001