La primera víctima de la guerra es la verdad'. Esta observación es tan válida hoy como en 1917, cuando el senador estadounidense Hiram Johnson pronunció estas célebres palabras, con ocasión de la Primera Guerra Mundial. Aunque la rápida caída de los talibanes ha permitido por fin a los periodistas occidentales trabajar en las regiones reconquistadas por la Alianza del Norte, el acceso a las zonas de combate sigue siendo muy limitado y el Pentágono sigue mostrándose avaro a la hora de dar detalles militares.
'Cubrir la guerra de Afganistán es como describir un gato negro en una habitación a oscuras', opina John Moody, vicepresidente del Fox News Channel, el mayor competidor de la CNN en el mercado estadounidense. 'Es una de las tareas más arduas que la televisión haya emprendido jamás, debido a la falta de acceso, al peligro -que ya le ha costado la vida a varios periodistas- y a nuestra falta de experiencia en Afganistán'.
Al contrario que en Vietnam, la prensa ha dado muestras de mucha más indulgencia, por no decir docilidad, con el Gobierno
John Moody: 'Cubrir la guerra de Afganistán es como describir un gato negro en una habitación a oscuras'
Marvin Kalb: 'Si el Gobierno ve la necesidad de darme una información engañosa de vez en cuando en su persecución de Al Qaeda, le concedo ese margen'
Además de las complicaciones logísticas, la guerra en Afganistán presenta una diferencia básica respecto a conflictos anteriores: ha sido provocada por un ataque terrorista en suelo estadounidense. En medio de la oleada de indignación revanchista que siguió a los acontecimientos del 11 de septiembre, los medios de comunicación de EE UU se enfrentaron a presiones procedentes del Gobierno, la opinión pública y sus propios impulsos patrióticos. Por consiguiente, la libertad absoluta de prensa, proclamada y garantizada por la primera enmienda a la Constitución norteamericana, ha dado paso a un sistema de información controlada y a cierta autocensura.
Hasta la apertura de ciudades como Kabul y Mazar-i-Sharif, los periodistas tenían básicamente dos fuentes de información: el Pentágono y los talibanes, estos últimos relevados por Al Jazira, la única cadena de televisión admitida en Afganistán. En sus diarias ruedas de prensa en Islamabad (antes de su supresión hace unas semanas), el embajador talibán recitaba un catálogo inverosímil de víctimas civiles, de estadounidenses asesinados, de helicópteros abatidos. En Washington, el portavoz de la Casa Blanca y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, presentaban una versión muy diferente de los acontecimientos, poco detallada y que, de vez en cuando, propalaba errores e imprecisiones.
El control del Pentágono
Al sentirse en desventaja en la guerra de propaganda, Washington estableció los Coalition Information Centers (Centros de Información de la Coalición) en Londres y en Islamabad para responder a los talibanes al momento. Y para vender la marca Estados Unidos a un mundo que le es hostil en gran medida, el Departamento de Estado recurrió a Charlotte Beers, antigua jefa de la empresa de publicidad Ogilvy
En las zonas militares, el Pentgono ha ejercido un control riguroso sobre las imgenes; a falta de equipos independientes en el lugar de los hechos, los medios de comunicacin occidentales se han limitado a fotos y vdeos proporcionados por el Departamento de Defensa. Las autoridades estadounidenses justifican su discrecin por la naturaleza de esta nueva guerra contra el terrorismo y por la preocupacin muy legtima de proteger el secreto de las operaciones de fuerzas especiales sobre el terreno. 'A nuestro pas no le interesa revelar a nuestros adversarios ni cundo, ni cmo, ni siquiera por qu emprendemos ciertas operaciones', ha declarado Rumsfeld.
Pero el Gobierno ha ido mucho ms lejos en el control de la informacin. Y, algo muy excepcional en un pas tan apegado a la libertad de prensa, la Casa Blanca pidi a los responsables de las cadenas de televisin que no difundieran en su totalidad las declaraciones de Osama Bin Laden. En una conferencia telefnica mantenida el 8 de octubre con los propietarios de las seis grandes cadenas estadounidenses, Condoleeza Rice, consejera de Seguridad Nacional del presidente Bush,
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de diciembre de 2001