Con la entereza propia de los clásicos de la Liga, el Alavés defendió con firmeza el liderazgo. Lo hizo en Zaragoza, una plaza siempre enrevesada, y alertado de que el Madrid había amanecido el domingo mirando a todos por el retrovisor, desde lo más alto de la clasificación. Pero los vitorianos no temblaron.
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Mané ha construido un bloque tan sólido que su única referencia es su propio espejo. Fiel a su sobrio estilo, el Alavés pasó por encima del Zaragoza con dos goles de Rubén Navarro, la apuesta del mago Mané para relevar a Javi Moreno, en detrimento del uruguayo Iván Alonso, uno de las gratas sorpresas de la pasada temporada. Una prueba evidente de que en este club sin estrellas también la competencia es feroz.
Como lo es en A Coruña, donde Irureta, escarmentado por los últimos viajes, se olvidó ayer de sus famosas rotaciones y esperó al Valencia con su mejor traje. Con la Liga de Campeones aparcada hasta febrero, Irureta se olvidó de las mudanzas. Así, Tristán, de penalti, dio vida al Depor, que por enésima vez dejó claro que Riazor le provoca un efecto balsámico.
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El sarpullido que le origina jugar fuera es similar al del Valencia, incapaz de arañar una victoria a domicilio en lo que va de Liga, una etiqueta que persigue a su técnico, Rafa Benítez, en su trayectoria en Primera: un triunfo en 37 partidos dirigidos como visitante. En ataque tampoco funciona con alegría: sólo Tenerife y Osasuna han marcado menos goles. El equipo de Benítez ha anotado tantos goles como el Rayo (15), el colista.
Otro que sigue en barrena es el Barça, que desde su rondo en Anfield sólo da señales de alarma. Frente al Celta se puso en ventaja muy pronto, trazó un partido a la contra sin pudor alguno en el Camp Nou y en el tramo final vio como los vigueses le igualaban un 2-0. Y con justicia, porque el Celta, siempre valiente, fue mejor, aceptó llevar la iniciativa y empujó con todo hasta el último suspiro. De nuevo, en el banquillo del Barça se apreció un carro de dudas. Rexach descolgó a Xavi del equipo inicial para repetir el esquema que le dio vida ante el Galatasaray, con Overmars ensanchando el campo y Gerard y Cocu al timón. Poco antes de la media hora ordenó calentar a Rochemback; luego cambió de idea y se inclinó por Xavi, el castigado, que en el minuto 34 envió a la ducha a Coco para que Cocu se desplazara al lateral. Con tanta duda, el Barça ya está a cuatro puntos del Madrid y a seis del Alavés, hoy día los dos conjuntos con las ideas más claras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de diciembre de 2001