"Le quiero exigir que traslade a su partido y a los miembros de su Gobierno que no vuelvan a hablar de lealtad o deslealtad por iniciativas de ningún miembro de esta Cámara". El líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, irrumpió ayer con esta frase en el debate sobre la presidencia española de la Unión Europea para rechazar las críticas a su plan de visitar Marruecos antes de Navidad. El portavoz del PP, Luis de Grandes, replicó que Zapatero "tendrá que acreditar su lealtad" en este caso, y el presidente del Gobierno, José María Aznar, afirmó que la iniciativa del líder socialista es "más que insólita".
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El rechazo gubernamental a que Zapatero viaje a Marruecos mientras la crisis con este país siga abierta subió ayer de tono. El ministro de Exteriores, Josep Piqué, declaró por la mañana en Bruselas que el líder socialista viajará a Rabat "bajo su responsabilidad exclusiva y, desde luego, sin ningún tipo de mandato ni de mensaje del Gobierno".
Esta última apreciación llovió sobre mojado entre los socialistas que hace pocos meses ya fueron acusados desde el Ejecutivo de servir a intereses de otros países por haber criticado el modo en que Aznar planteó la exigencia española de que la ampliación de la UE no implicara pérdida de ayudas comunitarias a las regiones españolas.
"Quizás tengamos una visión diferente de lo que ha avanzado España o del grado de desarrollo de nuestra democracia, pero yo nunca jamás pensaré, y mucho menos diré, que ninguna iniciativa de su Gobierno esté marcada por la deslealtad a España. Desterremos para siempre el lenguaje de la deslealtad o las dudas sobre los intereses que todos representamos aquí. Todos representamos los intereses de España, todos los defendemos con lealtad a España", espetó a Aznar el líder del PSOE.
Trinidad Jiménez, responsable socialista de política internacional, lleva días repitiendo, y también lo hizo ayer, que ella informó personalmente a Piqué de que Zapatero viajaría a Rabat durante la segunda quincena de diciembre, aunque sin precisarle las fechas exactas del 19 y 20 de diciembre, porque todavía no están cerradas. Según Jiménez, el ministro vio con buenos ojos y aprobó el plan de viaje motivado por el deseo de los dirigentes socialistas de "querer ayudar" al Gobierno a restablecer la normalidad con el país vecino.
Piqué dijo ayer, sin embargo, que no entiende por qué "el señor Rodríguez Zapatero ha cambiado de criterio, sin que hayan mediado circunstancias nuevas". El líder del PSOE anunció el mes pasado que suspendería su proyectada visita a Rabat hasta que Marruecos reconsiderara su decisión de llamar a consultas a su embajador en Madrid. La retirada del embajador, desencadenante de la crisis bilateral más profunda, se mantiene todavía.
En medios socialistas se asegura que el propio Aznar ha prohibido cualquier gesto de acercamiento a Marruecos, en contra de la opinión del grueso de la diplomacia española.
El presidente del Gobierno no pareció ayer, en cualquier caso, impresionado por la exigencia de Zapatero, aunque evitó suscribir personalmente ante las Cortes las acusaciones de deslealtad. "Ya me parece bastante insólito que un líder de su responsabilidad se ofrezca de mediador entre una comunidad autónoma y el Gobierno", replicó Aznar en alusión al esfuerzo de Zapatero por facilitar el desbloqueo de la negociación con el Ejecutivo vasco sobre el Concierto económico. "Pero que se ofrezca de mediador con un país que ha retirado a su embajador es más que insólito", añadió. Antes, De Grandes había ido más allá: "La lealtad inicialmente se presume en el líder de la oposición, pero en este caso tendrá que acreditarla".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de diciembre de 2001