Totalmente de acuerdo con el artículo de Ponç Puigdevall, La dificultad de ser perro (El País, 7-12-2001). Sólo cabría añadir la dificultad de desplazarse con un perro; cuando en ciudades como Berlín y París se puede viajar tranquilamente con perros en autobús y metro, en Barcelona el sufrido dueño de un can se ve obligado a suplicar a los taxistas -normalmente con nulo resultado- que le dejen subir con su perrito.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de diciembre de 2001