El Albaicín sabe de ella y de su talento prácticamente desde hace 21 años, desde el día en que nació en el seno de una familia artista. Pero Estrella Morente ha sido conocida por el resto del mundo hace menos de un año. De ser la hija de Enrique Morente ha pasado a brillar con luz propia en unos meses. Su éxito discográfico ha sido la clave, pero tampoco es despreciable la promoción que le han proporcionado su relación con el torero Javier Conde y ahora su boda, unas semanas después del lanzamiento de su segundo disco.
Granada se volcó ayer con esta artista que ha ofrecido su arte a la ciudad en muchas ocasiones durante su vida y que tuvo que esperar hasta la semana antes de sus nupcias para congregar a miles de granadinos en un concierto multitudinario. Y no ha sido menos populosa la propia boda. Hasta el Ayuntamiento se ha volcado en el acontecimiento, al abrir las puertas del Carmen de los Mártires y, sobre todo, con la cesión de las calles de la ciudad. Durante horas fue imposible el tránsito de cualquier vehículo por gran parte del centro urbano y del barrio del Realejo. Ante las críticas por la decisión municipal de cortar el tráfico para que los novios pudieran pasear en un landón tirado por caballos, la Delegación de Tráfico explicó que los cortes eran imprescindibles para garantizar la seguridad general.
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Una pareja de turistas alemanes que tuvieron que esperar tres horas para sacar su coche de un aparcamiento público pasó del enfado a la estupefaccción cuando conoció que el motivo de tal desbarajuste era una boda: la de un torero con una cantaora. No podían encontrar algo más español.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de diciembre de 2001