Hace días leí en los diarios la encuesta sobre lo que gastaremos cada ciudadano por Navidad. Como no suelo llegar a esa cifra, pienso que alguien gastará el doble por mí. Se nos anima a gastar aun con argumentos humanitarios; por ejemplo, al comprar un teléfono móvil te aseguran que destinarán algo a ayuda al Tercer Mundo. Parerece que el sistema es gastar para ayudar, cuando en realidad se podría ayudar mucho con lo que gastamos de más.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de diciembre de 2001