Estas fechas son propicias para que les cuente un cuento, dado que la realidad no parece tal. Érase una vez el reino de Fuenlabrada, donde un niño murió desangrado esperando una ambulancia; el pueblo, indignado, se echó a la calle y exigió a su rey soluciones; éste convocó a su junta de sabios concejales y éstos le asesoraron que era mejor dejar que otro solucionara el problema, pues la muerte es algo inevitable y la vida de sus súbditos no era de su competencia, sino de un ente llamado Insalud, que nadie veía, y echar la culpa a otro era la solución más fácil. Se movilizó el pueblo, se cogieron firmas en forma de enfado contra el ente que nadie ve, Insalud; así se mantuvieron entretenidos mientras no se solucionaba nada y el rey se dedicaba a sus deportes favoritos. Mientras, los opositores al rey, aprovechando el descontento, propusieron una solución con el propósito de atacar al rey exclusivamente, y al llevarle ante el consejo votaron en contra para hacer más ruido, no solucionando nada tampoco y habiéndose aprovechado del dolor ajeno para sus fines.
El rey pensó que el tiempo todo lo olvida y la llegada de las navidades haría olvidar a su pueblo las carencias; ahora que el ente Insalud se despide y llega otro, ¿a quién le echaremos la culpa? ¿Es un rey bueno o un rey mal informado?, ¿se dará cuenta de que para salvar a su pueblo debe de dar un paso él y no esperar que se le salven otros?, ¿tendremos que votar a otro rey que solucione de verdad las cosas?
El fin de la historia la escriben ustedes; seguro que no fueron felices y no comieron perdices.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de diciembre de 2001