El presidente del Consell, Eduardo Zaplana, defendió ayer a las autoridades norteamericanas porque no han actuado 'con mala fe' en el cierre de las fronteras a los cítricos españoles. Así, alabó la decisión de los americanos, a cuya acción se refirió como 'una estrategia ordenada', tras la que decretaron una investigación y cerraron las fronteras de forma cautelar. 'Nuestra obligación es demostrar que las larvas no eran de naranjas de la Comunidad o que no es nuestra la responsabilidad porque el protocolo se cumple perfectamente', afirmó. El presidente se refirió también a los exportadores, a quienes acusó de dar una doble versión sobre el tratamiento de la crisis ya que, según dijo, éstos coinciden con el planteamiento de la Administración autonómica, pero públicamente ofrezca otra opinión. 'Estamos ejerciendo una presión feroz que en un primer momento nos llevó a doblegar denuncias de algunos estados como California', dijo.
Ayer el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, descartó recurrir a la Organización Mundial de Comercio (OMC) para solucionar la crisis y apostó por continuar por 'la vía del diálogo'. Mientras, el director general adjunto de la OMC, Miguel Rodríguez, recordó que EE UU está 'en la obligación' de demostrar que con las medidas tomadas intenta evitar la contaminación de su propia producción.
Por otro lado, un editorial del Philadelphia Inquirer del 12 de diciembre recordaba la creciente popularidad alcanzada por la clementina en los últimos años, a las que calificaba de una perfecta 'encantadora' sin la acidez ni las semillas de los tangelos estadounidenses. Un producto, indica, que era adorado en el puerto de Philadelphia, su principal punto de entrada, y que si dura el veto corre el peligro de ser reemplazada por clementinas de 'mayor precio' de países como Israel y Marruecos o por la 'joven cosecha' de California. 'Ni una clementina ha sido juzgada insegura para el consumo humano', asevera, pero se ha convertido 'en sospechosa, culpable de repente gracias a una asociación indeseable'. El rotativo indica las sospechas españolas de que el veto se debe a la presión de lobbies locales y recuerda que EE UU también prohibió la entrada de limones argentinos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de diciembre de 2001